Ibiza en primavera: la calma que precede a la tempestad



El sol aprieta pero no abrasa; huele a pino y a Mediterráneo en una cala desierta donde las olas se mecen con suavidad acariciando la orilla. Y lo mejor de todo: no se ve ni un alma. Huimos de la electrónica y el house, de las manadas de turistas y el calor sofocante para entregarnos a los placeres de Ibiza en primavera.

Ahora es el momento de saborear la isla blanca al estilo payés y con espíritu hippie: sin horarios, solo pendientes del atardecer y de hallar sus mejores frutos. Es hora de conformarnos con poco o de pedir mucho, según se miré, de perdernos en la naturaleza y en la calma antes de la tempestad estival. Aquí vienen unas pistas.
Nos despertamos en la cama tamaño king size en una suite con vistas a la bahía del ME Ibiza, en Santa Eulària. Empezamos bien. El estilo minimalista del hotel, de líneas suaves, pinceladas de arte contemporáneo y juego de luces, invita al sosiego y a la vez despierta los sentidos.
Si queremos una iluminación más relax o más sexy, la cambiamos; si queremos otra música, también; y si no sabemos qué hacer, recurrimos al aura manager, que nos hará el mejor plan personalizado en la isla.
Después de un chapuzón en la infinity pool de la terraza del hotel, asistimos a la famosa clase de Antigravity Yoga de Sonia Pittet, la instructora. Colgados boca a bajo por unas telas y cambiando de postura nos damos cuenta de que no estamos para el Circo del Sol, pero nuestra mente y cuerpo están en la gloria.
Es Vedrà fue considerado como un punto de espiritualidad por el movimiento hippie en los sesenta.

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